Nos cuentan en Dexigner que V2 Studios ha sido la empresa elegida por la compañía británica Virgin Media para diseñar la V HD Box y su mando a distancia. El resultado de este trabajo se lanzó al mercado en este mismo año y parece que ha sido muy bien acogido por los clientes.
La principal novedad está en el mando con una disposición de los botones en círculos concéntricos, siendo el centro el botón aceptar/OK. Las funciones más usadas aparecen en los primeros círculos mientras que el resto se van situando de forma agrupada en zona superior e inferior del mando.
La idea es lograr que el usuario interactúe sin necesidad de dirigir la mirada. El seguimiento táctil parece suficiente para facilitar el reconocimiento de botones.
No hay duda que este cambio constituye un punto de innovación en el diseño de controles remotos y su diseño parece que tiene éxito, pero me pregunto si no deberíamos haber superado estas adaptaciones y adecuaciones al usuario hace tiempo.
Los mandos a distancia han evolucionado relativamente poco y siempre lo han hecho en la misma dirección. No son la razón de compra de nuestros productos electrónicos y ni siquiera los vemos o los tocamos para tomar decisiones sobre la marca o el modelo que vamos a adquirir. Sin embargo, son un maravilloso vehículo para las emociones sin contar su impacto en la funcionalidad y en la experiencia de uso del conjunto.
Por ejemplo, desde el lado más seductor, en una primera impresión un mando pesado satisface más que un mando ligero. Las sensaciones al tener el mando en tus manos generan una respuesta emocional que aumenta la calidad y el precio del producto que controla.
Posiblemente, un mando con mayor número de botones inicialmente ofrezca más confianza que un mando con un número contado de botones, aunque tengamos que pasar por alto las dificultades para interactuar. A todo esto debemos sumar la belleza de sus formas que da la robustez necesaria para producir un impacto emocional determinante.
Son muchos detalles que tienen que ver con el placer estético, con el entusiasmo inicial, pero que a su vez confieren al mando una importancia poco valorada.
No es que no se haya puesto interés en su diseño. Su aspecto visual se ha cuidado con esmero para que guste. Se sigue trabajando con formas e iconos reconocibles que facilitan el uso. Pero nuestra frustración con un producto que ha quedado relegado a un segundo plano, o que ha sido tomado como artefacto complementario, ha ido aumentando con el paso de los años. La experiencia a largo plazo no ha sido satisfactoria.
Ahora volvemos a preocuparnos de ciertos detalles porque el mando sí es importante. Empezamos a tomar decisiones sobre qué es importante y qué no lo es. Nos preocupan la disposición de los botones, la interacción, el placer o incluso la imagen de marca.
No digo que no se haya trabajado en estos aspectos, pero pocas veces interrelacionan el lado visceral, conductual y reflexivo relatados por Norman para lograr el equilibrio adecuado y hacer que la experiencia de uso sea más satisfactoria.
Pero insisto, el mando sigue sin ser una razón de compra y hasta que esto no cambie seguiremos decidiendo, tanto fabricantes como usuarios-clientes, sobre otros aspectos, características y prestaciones de nuestros productos.
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