Hace ya varios años que se habla de la biometría como algo más cercano a la realidad que a la ficción. Desde el Foro Biométrico Europeo se puede constatar una demanda mundial de tecnología biométrica y se augura una sana convivencia con estos sistemas seguros y fiables que facilitan notablemente la identificación y autenticación automática de personas.
A través de la medición de la anatomía del usuario (huellas, iris y retina, reconocimiento facial, voz, etc) es posible identificar y controlar el acceso a lugares, sistemas o dispositivos evitando contraseñas, tarjetas o cualquier otra cuestión memorística (con el problema que eso conlleva y que comenté hace poco) o elemento físico que no sea nuestro propio cuerpo. No voy a decir que se están poniendo de moda pero si que prolifera la incorporación de esta tecnología y pongo varios casos reales.
Utilizo diariamente uno de ellos para el control de acceso a un recinto y funciona en base a un proceso de verificación. Introduzco cuatro dígitos y a continuación coloco el dedo en el sensor para verificar. Si la lectura es positiva y coincidente con mi código de usuario se me permite el acceso.
Otros sistemas utilizan la identificación, es decir que no hace falta introducir ningún código, simplemente al tomarse la muestra de la huella dactilar se compara con una ya existente y almacenada previamente. Este último es el sistema que tenía montado un hotel que visité recientemente. Hacía el reconocimiento de la huella y a continuación…puerta de la habitación abierta.
La tecnología biométrica también se ha incorporado al acceso a sistemas de almacenamiento digital consiguiendo así que nuestros archivos, documentos o datos más personales puedan estar a buen recaudo. Es el caso de algunos modelos de memoria flash USB con huella dactilar como los de Lexar o Transcend, aunque poco a poco lo están incorporando otras marcas y de otras maneras más peculiares (véase por ejemplo el bolígrafo biométrico).
Sin duda la utilización de patrones biométricos se ha extendido un poco más a raíz de atentados terroristas y, en cierto modo, estos mismos han colocado en tela de juicio su fiabilidad, como ya se comento en microsiervos.
Son muy interesantes unos artículos de Kim Sorensen sobre este asunto en el blog del grupo CDWorld porque ofrece planteamientos terriblemente reflexivos, especialmente en cuanto a la legalidad de su uso y al asunto de la protección de datos y el derecho a la intimidad.
Ahora bien, creo que a la hora de utilizar este tipo de tecnologías debería valorarse previamente cuál es el uso que se va a hacer de ellas. Me explico. Colocar un sistema biométrico permite un control de acceso muy seguro pero creo que se debería pensar previamente en algunas cuestiones muy importantes:
-el tiempo que se tarda en verificar al usuario,
-la frecuencia,
-la adaptación del usuario al sistema,
-la adaptación al entorno.
En este sentido desconsiderar estas cuestiones podría motivar una desconfianza en el sistema y su falta de aceptación social. Precisamente se demostraría ese imperativo tecnológico del que siempre se ha hablado y por el que muchas personas desarrollan reacciones emocionales poco favorables pero a veces muy comprensivas.
Ejemplificando algunas de esas cuestiones se podría decir que no es lo mismo esperar que el sistema verifique a 1 usuario cada media hora, a que sean 20 usuarios cada 10 minutos o a que coincidan los 100 trabajadores de una empresa a las 7 de la mañana. La frecuencia es un dato muy importante para entender la utilidad del sistema. Esto obligaría a colocar varios lectores y puntos de acceso para agilizar el proceso o a establecer tiempos extremadamente rápidos de escaneo.
Otro detalle es que si la probabilidad de rechazo de un usuario registrado es elevada automáticamente se piensa que el sistema no funciona. Y si con todo eso además el usuario se da cuenta que el entorno no precisa de una tecnología tan exquisita y que todo podría ser más fácil sin ese proceso entonces empezaran a odiar a la señorita de la entrada que poniéndole voz al artefacto dice una y otra vez: “¡Pruebe otra vez, a ver si ahora…!”.
Siento decir que he sufrido todos estos defectos pero por suerte aun sigo creyendo en la efectividad de una tecnología que sin ser reciente comienza a verse con más facilidad. Creo en la tecnología biométrica, en sus costes cada vez más reales, en su evolución, en los proyectos que están previstos en un futuro no muy lejano y en su eficacia para el control, pero todavía no acabo de ver su utilidad en todos los entornos y contextos.
Buenas tardes escribo desde colombia
quisiera saber si es viable utilizar la tecnologia dactilar para almacenamiento.
Esto es que yo puede llevar a cualquier parte lainformacion deseada a traves de mi cuerpo en este caso utilizando un chip dentro de mi curpo reconocido por biometria o algo asi..
muchas gracias por su informacion..
Ing. de Sitemas
Universidad de Medellin
Pingback: Blackberry, no nos cuentes el futuro, háblanos del presente | sortega