El concepto affordance fue presentado inicialmente por el psicólogo James Jerome Gibson en 1977. Robert Shaw y John Bransford publicaron en abril de ese año el valioso libro Perceiving, Acting, and Knowing: Toward an Ecological Psychology que incluía precisamente el capítulo de Gibson (capítulo ocho) titulado The Theory of Affordances.
Ahí se recogía por primera vez el concepto aunque posteriormente también volvió a tratarlo en su libro The ecological approach to visual perception. Incluso diría que anteriores trabajos de Gibson sobre psicología de la percepción le permitieron madurar la idea y elaborar su propia teoría.
Una affordance es el conjunto de actividades que una persona puede realizar con un objeto de su entorno. Visto de otro modo también puede referirse a la propiedad o propiedades de los objetos que invitan a su interacción o que facilitan su uso. También podríamos definirlo como las condiciones previas y necesarias que se deben dar para que una persona interactúe con un objeto.
Hablamos por tanto de percepción, propiedad, contexto o entorno. Dependiendo del punto de partida que adoptemos la definición de affordance puede variar ligeramente.
En 1988 Donald Norman recogió nuevamente el concepto y lo introdujo en el contexto HCI pero modificando algunos de los pensamientos iniciales de J.J. Gibson. Para Norman es importante que el diseñador haga efectivas y perceptibles las affordances para permitir que podamos interactuar con los objetos.
En su momento consideré «disposición» como posible traducción del concepto affordance. Y ahora me reafirmo en ello porque no creo que tenga que ver únicamente con el objeto, con la persona, con el entorno o con el contexto. Creo que es una suma de todo ello alimentado por la necesidad que surge a cada momento.
Considero que hay una disposición tanto del observador, del objeto como del entorno para generar una construcción (no sólo perceptual sino también cognitiva o emocional) adecuada, capaz de otorgar inmediato reconocimiento, sentido y funcionalidad.
Digo esto porque… ¿qué sucede con los usos desconocidos de los objetos que no han sido previstos por los diseñadores, que no han sido percibidos por todos los usuarios y que surgen de una necesidad particular que altera el contexto de uso o el entorno?.
¿Podrían ser definidas como affordances invisibles aunque resulte una contrariedad?. Incluso podrían ser nuevas disposiciones que vienen dadas por proyecciones imprevistas de affordances imperceptibles hasta entonces.
Cuando pienso en objetos físicos encuentro muchos ejemplos pero cuando pienso en interfaces se reduce todo demasiado. ¿Será porque la percepción y el significado de los elementos que diseñamos son únicos y exclusivos de una situación especifica?. ¿No será que nos estamos cerrando en exceso y trabajamos con interfaces rígidas, imposibles de adaptar a nuevas percepciones, entornos o contextos?.
Jane Fulton Suri de IDEO llamó a todo esto Thoughtless Acts y, a partir de su libro Thoughtless Acts?: Observations on Intuitive Design, comenzó a recopilar imágenes (algunas de ellas forman parte de este post) que fueran capaces de descubrirnos cómo se comportan las personas ante un mundo que no siempre está adaptado a sus necesidades, clasificándolas en:
–Reacting:We interact automatically with objects and spaces that we encounter.
–Responding:Some qualities and features prompt us to behave in particular ways.
–Co-opting:We make use of opportunities present in our immediate surroundings.
–Exploiting:We take advantage of physical and mechanical qualities we understand.
–Adapting:We alter the purpose or context of things to meet our objectives.
–Conforming:We learn patterns of behavior form others in our social and cultural group.
–Signaling:We convey messages and prompts to ourselves and other people.
Me encanta este tema, felicidades por el artículo.
Yo también he pensado en alguna ocasión por «affordances invisibles» en interfaces. Es cierto que es más difícil porque todo está más controlado, pero creo que se dan algunos casos.
Uno de los más llamativos, me parece Twitter, que ha mutado en una herramienta de información en un comienzo no planificada. Eso ha hecho que muchos detalles de su interfaz se utilicen de distinto modo a la manera original. Mira la estrella, para Twitter es un «like» (manda alerta al creador, incluso), pero es habitual su uso como un «unread», ¿no?
Buen ejemplo Carlos que, en mi caso, me lleva a más reflexiones acerca de nuestras interfaces y su evolución.
Gracias por tu comentario.
Este es un tema fascinante. Igual recuerdas, Sergio, que hace unos meses publiqué un artículo en «No sólo usabilidad» sobre este tema (http://www.nosolousabilidad.com/articulos/aplicaciones_adaptativas.htm).
Es cierto que es más difícil encontrar este tipo de comportamientos en interfaces de software que en interfaces de hardware, pero también existen, como bien decís tú y Carlos.
Otro ejemplos, como comento en el artículo, son el uso de las carpetas de Windows para anotar algo de forma rápida, el email para guardar recordatorios, etc. Y hay aplicaciones y juegos que se han creado en base a la lógica subyacente a este tipo de objetos e interacciones: proveer la estructura, es decir, un objeto con propiedades y acciones, que permita el surgimiento de usos inexperados, sin cerrar excesivamente el diseño. Hay juegos como Los Sims o Spore que van en esta línea.
En fin, podría estar horas hablando de este tema. Por cierto, no conocía el libro de Jane Fulton Suri, te agradezco la referencia!
Gracias David por recordar tu artículo en NSU. Buen trabajo.
Es verdad es que el tema es denso e invita a conversar ampliamente sobre muchos conceptos que ya hemos asimilado y otros que irán llegando.
Lo difícil como siempre (y bien lo sabes) es encontrar tiempo para pararse a reflexionar sobre ello.
Me alegra que te haya sido útil la referencia. Genial!.
Uno de los ejemplos que siempre me han llamado más la atención sobre los «affordances invisibles» es la tecnica del Scratch sobre un tocadiscos.
Basicamente esta tecnica se efectua moviendo el disco de vinilo hacia adelante y hacía atras
http://youtu.be/fiHiRavOLis
Este uso era justamente el que no debía de hacerse (para no producir daños en el vinilo).
Por tanto no hablamos solo de hacer un uso no previsto sino de hacer justamente el uso que no debiamos de hacer lo que transforma este objeto de un simple objeto para escuchar discos de vinilo (para lo que fue concebido) en un instrumento musical.
Podeis ver a muchos de estos djs tocando en bandas de música como un instrumento más.
Este cambio de concepto (hace unos 35 años) quizas podria ser uno de los «culpables» de que el vinilo siga comercializandose en nuestros dias al igual que los tocadiscos.
Ese ejemplo es muy bueno y es cierto que viene a demostrar que usos imprevistos pueden generar un nuevo «mundo» de posibilidades. Bárbaro!
Me parece muy representativo de la idea que se pretende transmitir en el post.
Gracias Alex 😉
Excelente ejemplo alex, si señor!
Gracias!
Me alegro de haber aportado algo.
Saludos
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