Lejos de cualquier boicot o acción de protesta, ¿os habéis quedado sin batería en vuestro teléfono móvil estando fuera de casa?. Es una aventura que recomiendo para poder entender la tecnología que nos acompaña cada día.
La cuestión es que he sufrido la «angustiosa» situación hace unos días y me he visto literalmente desconectado. Realmente puedes vivir sin ello y tu vida no se altera excesivamente cuando desapareces de la «vida móvil».
Pero acostumbrado a tener al alcance mi terminal (término absurdo que utilizan las operadoras para no decir teléfono, que es lo mismo que decir móvil) y a revisarlo varias veces al día para ver las llamadas perdidas en los momentos «silencio» o «reunión», su desaparición repentina te produce cierto desasosiego que se suma a una imperiosa necesidad de revivirlo sea como sea.
Y no es porque haga un uso excesivo del mismo. El problema es que cuando descubres que a tú móvil se le ha agotado completamente la batería coincide con el día que más llamadas tienes que realizar… y es entonces cuando comienza la odisea.
1ª idea: Cambiar la tarjeta con alguien cercano para realizar las llamadas con el terminal teléfono de otra persona.
Problema: Probablemente nunca tengas cerca una persona que esté en tu misma compañía o que tenga un teléfono liberalizado.
2ª idea: Realizar la carga de la batería con el cargador de otro móvil de la misma marca.
Problema: Casualmente la clavija de conexión no siempre es la misma aunque estemos hablando de diferentes versiones de un mismo modelo. De hecho todos contamos en casa con una magnifica colección de cargadores inservibles (aparentemente).
De todas formas estas prácticas tampoco es que sean muy correctas ya que al usar un cargador diferente la batería puede quedar dañada o puede que se incendie.
3ª idea: Realizar la llamada correspondiente desde una cabina telefónica.
Problema: Si funciona, si no está arrancado el auricular, si no está «averiada» y… si tienes monedas sueltas, si recuerdas el número de teléfono al que tienes que llamar (si es un móvil existen menos probabilidades de memorización que un fijo dejo este comentario para otro post), si no tienes alguien delante con relativa parsimonia… entonces y solo entonces podrás realizar tu llamada por un importe ajustado a la misma cantidad de monedas que insertas por la ranurita. Esto se debe a que la devolución habitualmente no existe en estos casi olvidados elementos del mobiliario urbano.
Lo sorprendente de este asunto no es tanto el relato de estas situaciones (que no siempre se producen en el mismo momento, aunque puede darse el caso) cuanto el poco valor que adquieren nuestros apreciados gadgets al agotarse su «fuente de alimentación».
Las pantallas de ordenador tienen la misma conexión, los ordenadores trabajan con conexiones parecidas, especialmente cuando son de sobremesa, el play siempre será el play y el stop no dejará de ser un hermoso cuadradito. Pero parece que el diseño exclusivo y mimado de un teléfono móvil trae consigo una nueva y diferente conexión del cargador. Es decir una nueva dependencia al mismo (que no se te olvide nunca si vas a estar más de tres días fuera de casa) y un objeto inservible más en nuestra casa.
Visto este sábado en el Casco Viejo de Bilbao:
Un niño de unos 6 años pregunta a su madre, «¿qué es eso? ¿para qué es?» mientras señala una cabina telefónica.